martes, 28 de diciembre de 2010

En otro tiempo fui soldado

No puedo decir: Aun conservo las cicatrices ya que estas son eternas, debo referirme a las cicatrices del alma, esas que el paso del tiempo y un poco de demencia las pueden borrar...

La guerra es pasiones desbordantes, es odio, es fuego en las entrañas, es defender la patria, es caminar con honor, volver el rostro hacia el frente y mirar con el rabillo al publico que te recibe como un héroe perdido entre la multitud de héroes, pero tu crees que todos los ojos del mundo están sobre ti mientras marchas triunfante en una plaza que tiempo atrás visitabas solo por diversión...

La guerra, el terror en su expresión máxima, pánico, mientras piensas que de algún lugar saldrá una bala de fusil y no de en tu corazón y puedas despertar en un campo de concentración sentado en una silla electrocutante y dos gorilas dispuestos a violarte si no hablas...

Un día comer rata, otro solo el pasto que queda junto a tu boca pecho a tierra...

La desolación, el murmullo de un viento huracanado, el lodo que ahora forma parte de tu cuerpo pegado por el horror en un piso desconocido, la mente que quiere volar hacia la mujer que amas y el sentir de la muerte que te regresa a estar alerta...

La guerra... Los castores, héroes sin corona... Yo... Mutilada el alma.

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